Nuestra Estrategia para un Futuro sin Hambre

En la década de 1990, durante la expansión del modelo de bancos de alimentos, prevalecía la hipótesis de que la respuesta para erradicar el hambre implica sólo llevar más comida a más personas. Ahora entendemos el problema de una manera diferente.

A medida que hemos avanzado en la implementación y evaluación crítica de diversas intervenciones de asistencia alimentaria, se ha hecho evidente que las personas no experimentan hambre por una simple falta de comida, sino como consecuencia de desigualdades estructurales.

Darnos cuenta de la verdadera profundidad y amplitud del problema resulta abrumador, sin embargo, es también una oportunidad para aproximarnos a soluciones efectivas. Hacer esto aprovechando el modelo de la banca de alimentos implica evaluar las posibilidades éticas y políticas que emergen de y mediante nuestros espacios de acción.

Para conseguirlo, hemos comenzado por abordar las dinámicas ambivalentes y a veces contradictorias que han dado lugar a los bancos de alimentos, subrayando las posibilidades más progresistas y esperanzadoras que pueden surgir de dichos espacios. Si bien estos fueron diseñados como organizaciones logísticas que operan para alimentar a quienes padecen hambre, también se encuentran en una posición única para impulsar los cambios sociales necesarios.

La fortaleza excepcional de la infraestructura logística que los bancos de alimentos han construido ofrece un punto de partida para la organización comunitaria. Asimismo, se trata de instituciones únicas en cuanto al nivel de interacción que tienen con una gama tan amplia de personas que han vivido hambre o se preocupan por quienes la padecen.

Apt Comedor

Considerando lo anterior, hemos comenzado a apreciar las formas en las que estos espacios de atención caritativa pueden trascender el pragmatismo a corto plazo y convertirse en lugares para el diálogo y performance ético que conecte a los participantes con una praxis transformativa cada vez más amplia.

Al explorar las posibilidades que pueden gestarse en lugares como Alimento Para Todos, hemos identificado oportunidades para la construcción de ciudadanía ética y política entre donantes, beneficiarios, voluntarios y otras partes que colaboran con nosotros.

Para la concreta implementación de nuestra visión, trabajamos con comunidades desproporcionadamente afectadas por el hambre: inmigrantes, mujeres, adultos mayores, disidencias y otras poblaciones vulnerables en tareas que fortalecen el liderazgo local y la continua expansión de la sociedad civil organizada.

Creemos que la ausencia de hambre es la consecuencia de una sociedad más justa y equitativa. Es por esto que apostamos por la construcción de comunidades a las que nunca les falte comida, y, la mejor manera de lograrlo es cultivando y fortaleciendo comunidades que no toleren el hambre.

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