Hacia Sistemas Alimentarios Equitativos

Las mujeres desempeñan roles clave en los sistemas alimentarios, como productoras, trabajadoras, procesadoras, comerciantes y consumidoras. Lo hacen a pesar de una gran cantidad de barreras como menor acceso a oportunidades, tecnologías, financiamiento y otros recursos productivos. Estos obstáculos nacen y se refuerzan debido a las desigualdades sociales y estructurales. En este sentido, las desigualdades de género son causa y consecuencia de sistemas alimentarios insostenibles y de injusticias en el acceso, consumo y producción de alimentos.

Desigualdades en las Cadenas de Valor Agroalimentarias

La producción de alimentos se ve afectada por el cambio climático y a su vez contribuye a él. A medida que la demanda de comida continúa en aumento, es necesario que quienes los producen se adapten para mitigar los riesgos asociados con eventos climáticos adversos, reducir sus emisiones y satisfacer la demanda. Existen vías para lograr lo anterior: la intensificación sostenible, la agricultura de conservación y la agricultura resiliente, entre otras, sin embargo, las mujeres productoras enfrentan desafíos para adoptar estos métodos debido a su acceso limitado a recursos como tierra, tiempo, mano de obra, información y tecnología.

Contextos Alimentarios

En general, las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de poder adquirir una dieta nutritiva, ya que frecuentemente ocupan puestos salariales peor pagados que los hombres, ganan y controlan ingresos menores, tienen menos autonomía sobre las decisiones financieras del hogar o no tienen ingresos en absoluto.

Además, alimentos ricos en nutrientes como frutas, leche y verduras, son difíciles de transportar y almacenar y, por tanto, deben adquirirse localmente. Existe entonces un vínculo entre la movilidad y la libertad de movimiento de las mujeres con el acceso a los mercados y, en consecuencia, con resultados positivos en materia de nutrición y seguridad alimentaria.

Otros Desafíos

Aún hoy, las mujeres enfrentan barreras desproporcionadas en el acceso a financiamiento y opciones de crédito en comparación con los hombres. Su capacidad de tener ingresos y participar en actividades remuneradas está fuertemente influenciada por estereotipos de género, la falta de acceso a recursos y cargas de trabajo que surgen de roles y responsabilidades normativas. Asimismo, la prevalencia de la violencia de género continúa siendo una barrera sistémica para el empoderamiento de las mujeres dentro de los sistemas alimentarios. Cuando las mujeres están en posesión de bienes y activos, les es más fácil abandonar relaciones violentas, por lo cual su acceso a la propiedad continúa limitándose en algunos contextos.

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Fomentamos el liderazgo y la participación de las mujeres dentro y fuera de Alimento Para Todos.

En conclusión, las mujeres participan ampliamente en las cadenas de valor de los sistemas alimentarios, no obstante, esta participación es comúnmente subestimada, ignorada o no remunerada. Transformar los sistemas alimentarios de manera equitativa requiere por tanto avances en materia de equidad de género a nivel individual y sistémico así como a nivel formal e informal. Las normas sociales y culturales dan forma y refuerzan los mecanismos que permiten participar en, acceder, y beneficiarse de oportunidades y recursos a mujeres y hombres. Esto conlleva importantes consecuencias en lo que se refiere al avance de sistemas alimentarios equitativos.

En Alimento Para Todos reconocemos el vínculo que existe entre las desigualdades y la inseguridad alimentaria, por lo que fomentamos el liderazgo de las mujeres en el ámbito laboral, comunitario e individual. Trabajamos con ellas dentro y fuera de nuestra Institución para facilitar los procesos de empoderamiento que les permita beneficiarse del sistema alimentario y, además, ser parte de la toma de decisiones estratégicas dentro de él.

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