Todo Comienza con una Comida

Los bancos de alimentos empezaron a proliferar en México en la década de 1990, cuando las comunidades se unieron para brindar asistencia alimentaria caritativa a las personas afectadas por la recesión económica. Hace 30 años, el desperdicio de alimentos y la pobreza no habían permeado en la conciencia colectiva, y las Organizaciones de la Sociedad Civil aún no eran tan comunes. En aquel entonces, los excedentes de alimentos solían terminar en la basura.

Aunque inicialmente se interpretaron como esfuerzos temporales de ayuda alimentaria, los bancos de alimentos se consolidaron rápidamente y crecieron durante finales de los 90 y la primera década del siglo. Esto ocurrió junto con reformas en la política social que debilitaron la asistencia pública a la población en pobreza y otros apoyos para los mexicanos que enfrentaban dificultades financieras.

Lo que hoy es una extensa red logística que rescata y proporciona alivio alimentario en toda la Zona Metropolitana del Valle de México inició como un proyecto piloto en 1994 que operaba en dos bodegas en la Central de Abasto rescatando excedentes de los comerciantes del lugar. Desde ese momento, el objetivo principal de Alimento Para Todos ha sido alimentar a las poblaciones más vulnerables, identificadas en aquel entonces en el padrón de la Junta de Asistencia Privada del Distrito Federal.

Nuestra trayectoria ha sido impulsada por la convicción de que la educación, el desarrollo y una vida digna pueden comenzar con acceso a una alimentación suficiente. Además, al iniciar conversaciones sobre el poder y la importancia de una comida, también reforzamos la necesidad crítica de abordar la inseguridad alimentaria.

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Nuestro programa «Una Comida para Todos» se enfoca en brindar un plato caliente a docenas de trabajadores de la Central de Abasto.

A medida que los diferentes sectores de la sociedad han comenzado a asumir un rol para mitigar la pobreza en sus diferentes esferas, el impacto de Alimento Para Todos siempre comienza con una comida. A través de seis programas diferentes, proporcionamos alimentos nutritivos con el objetivo de generar oportunidades, autosuficiencia, educación y empoderamiento en nuestras comunidades.

Sin embargo, nuestro trabajo aún depende en gran medida de donaciones de alimentos, dinero y trabajo voluntario. La mayoría de nuestros colaboradores informan mes con mes que las necesidades de quienes enfrentan inseguridad alimentaria superan continuamente nuestra capacidad asistencial.

Para fomentar interacciones constructivas sobre esta crisis, iniciar un diálogo sobre la importancia y el poder que puede tener una comida para cada persona es un buen punto de partida. Además, reconocer que la solución comienza con una comida pero no termina ahí, nos puede motivar a adoptar un compromiso con la lucha contra el hambre.

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En nuestros diferentes almacenes coordinamos la participación voluntaria de la sociedad para distribuir alimentos nutritivos.

A pesar de la gran cantidad de apoyo que recibimos, la procuración y el acopio de alimentos continúan siendo un desafío, y la labor de quienes participan en nuestro proyecto puede ser emocionalmente extenuante. A quienes se dedican a la atención de grupos y comunidades les encantaría apoyar a más personas con alimentos, sin embargo, nuestros inventarios se agotan constantemente.

Alimento Para Todos existe exclusivamente gracias a donaciones y cuotas de recuperación, y el impacto que nuestras comidas tienen en la vida de nuestros beneficiarios depende de esto. Si deseas unirte a nuestra misión, ponte en contacto con nosotros o visita nuestra página web.

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