Cuando hablamos de desperdicio alimentario nos referimos a un problema global de asombrosas magnitudes y cuyas repercusiones económicas, ambientales y sociales resultan ser profundas. En un mundo donde millones de personas sufren de hambre y malnutrición resulta especialmente alarmante que una cuarta parte de los alimentos producidos anualmente se pierdan o se desperdicien. Esto no solo es una tragedia para quienes carecen de acceso a una nutrición adecuada, también representa una enorme pérdida de recursos y un desafío para la sostenibilidad de nuestro planeta.
A nivel mundial, aproximadamente el 25% de los alimentos que se producen se desperdician o se pierden en algún punto de la cadena de suministro. Esto significa que cada año se pierde o se desperdicia comida suficiente para alimentar a 2,000 millones de personas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). México no es ajeno a este problema. Durante 2020, sumamos un total de 20 millones de toneladas de alimentos que no se consumieron, no se vendieron y que terminaron en el basurero, de acuerdo con un reporte de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER).
Entre las principales causas del desperdicio alimentario en México destacan:
- Ineficiencias en la cadena de suministro: Existe una falta de infraestructura adecuada para el almacenamiento y distribución de alimentos. En muchas zonas rurales del país, especialmente en áreas alejadas de los centros urbanos, los alimentos no pueden ser transportados de manera eficiente y se pierden debido a la falta de refrigeración y otras tecnologías adecuadas.
- Malas prácticas de almacenamiento: La falta de educación y formación en el manejo adecuado de los alimentos ha llevado a pérdidas significativas en supermercados, tiendas y hogares; los alimentos que se almacenan de manera incorrecta se dañan o caducan prematuramente.
- Comportamientos de consumo irresponsables: La cultura del consumo, las compras impulsivas y el desconocimiento sobre la correcta conservación de alimentos en casa contribuyen al desperdicio en los hogares mexicanos. Un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señaló que los hogares en México desperdician aproximadamente el 37% de los alimentos que compran.
- Exceso de producción y prácticas agrícolas ineficientes: En la producción agrícola, se observa una tendencia de sobreproducción en algunos cultivos, lo que genera pérdidas cuando los alimentos no pueden ser vendidos a tiempo o se producen en exceso. Además, el uso ineficiente de recursos en el campo, como el agua, también contribuye a la pérdida de alimentos.
Impactos del Desperdicio Alimentario en México
Impactos Económicos
El desperdicio alimentario tiene un alto costo económico. Se estima que, tan solo en México, el desperdicio anual de alimentos equivale a alrededor de 400,000 millones de pesos. Esta cifra incluye no solo el valor de los alimentos que se pierden, sino también el costo de los recursos que se invierten en su producción, como el agua, la tierra, la energía y los insumos. Además, el desperdicio de alimentos incrementa la inflación de los precios, ya que la oferta no corresponde con la demanda real.
Impactos Ambientales
La producción de alimentos requiere grandes cantidades de recursos naturales, como agua y energía. De acuerdo con la FAO, se estima que el desperdicio de alimentos a nivel global es responsable de aproximadamente el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo al cambio climático; en el caso de México, el desperdicio alimentario genera cerca de 5 millones de toneladas de CO2 al año.
Impactos Sociales
La paradoja de nuestro país recae en que, a pesar del desperdicio masivo de alimentos, muchas comunidades mexicanas viven en condiciones de inseguridad alimentaria. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 25.5 millones de mexicanos viven en situación de hambre o carecen de acceso suficiente a alimentos nutritivos y el desperdicio alimentario solo agrava esta situación.
Pese a todo lo anterior, creemos que estas cifras representan también una oportunidad para mejorar la eficiencia en la cadena alimentaria, reducir la huella ecológica y ayudar a millones de personas que luchan contra la inseguridad alimentaria. Trabajando juntos, en Alimento Para Todos nos esforzamos todos los días para construir un sistema alimentario más justo, residente y sostenible. Estamos convencidos de que nuestro futuro depende de tomar decisiones responsables hoy: reducir el desperdicio, maximizar los recursos y promover una sociedad consciente de la importancia que tiene cada bocado.