México ha experimentado niveles cada vez más altos de inseguridad alimentaria desde el año 2008. Este fenómeno ha estado relacionado con las decisiones de los gobiernos que han sucedido a la crisis financiera del mismo año y al enfoque subsecuente que recalcó la austeridad como medio de crecimiento económico. Una de las consecuencias del desapego de la respuesta gubernamental a la realidad que han experimentado millones de hogares que se enfrentan al hambre y la inseguridad alimentaria, ha sido la proliferación de bancos de alimentos: organizaciones diseñadas para satisfacer las necesidades a corto plazo de quienes no tienen suficientes alimentos para suplir sus necesidades básicas.
Los bancos de alimentos, integrados principalmente por voluntarios de clase media, proporcionan paquetes de alimentos que suelen contener productos no perecederos en latas o paquetes. Los suministros se obtienen mediante donaciones públicas y trabajando en estrecha colaboración con grandes proveedores de alimentos, como supermercados y mayoristas, para reciclar productos que ya no se pueden vender pero que aún son aptos para el consumo.
La compasión puede entenderse de diferentes maneras: como una ideología de control social (Foucault, 1965), “un lujo de los privilegiados” (Peterie, 2017, p. 362) o como un nuevo yo moral, arraigado en valores impulsados por el mercado y la democracia política (Sznaider, 1998). Reconociendo estas diferencias, Simpson y Berti (2019) sostienen que la compasión está llena de tensiones y contradicciones, aunque un tema recurrente es la respuesta de uno al sufrimiento de los demás. En efecto, responder o ignorar al otro y su sufrimiento es una decisión que es a la vez personal y política y está influida por los propios impulsos morales así como por los discursos sociales dominantes.
En los bancos de alimentos, estas tensiones se manifiestan en cómo la narrativa de «ayuda» puede añadir al estigma social que enfrentan los usuarios, quienes ya son vistos como consumidores de «sobrantes». Además, las empresas que donan alimentos frecuentemente reciben reconocimiento público por su responsabilidad social, mientras que los costos asociados a la gestión de sus excedentes se reducen significativamente. Esta dinámica refuerza la visión neoliberal que responsabiliza al individuo de su pobreza, desvinculando la discusión de las causas estructurales de la desigualdad alimentaria.
Caminos Hacia una Compasión Transformadora
A pesar de estos desafíos, en Alimento Para Todos estamos convencidos de que los bancos de alimentos también tienen el potencial de ser espacios donde la compasión no solo alivie el sufrimiento inmediato, sino que fomente un cambio estructural. Al interior de nuestras instalaciones, hemos descubierto que para algunos voluntarios, la compasión va más allá de la conexión que hacen con los otros. Estos sentimientos sirven como un catalizador que lleva a la reflexión personal sobre el contexto estructural en el que nuestros beneficiarios experimentan inseguridad alimentaria. Este tipo de compasión trasciende la respuesta práctica al sufrimiento o al interés sobre las condiciones de vida de los usuarios, y conduce al cuestionamiento de nuestros propios valores y actitudes hacia la pobreza y las condiciones que la perpetúan.
El voluntariado puede tener un profundo impacto en la forma en la que nos relacionamos y entendemos el mundo a nuestro alrededor. Las interacciones con los otros dan pie a una forma de compasión que cambia la forma en la que pensamos y nos relacionamos con quienes experimentan pobreza alimentaria. Muchos de nuestros voluntarios y colaboradores terminan reconociendo las desigualdades que se reproducen en todo nuestro entorno y cómo estas perpetúan el estatus quo.
Para construir una compasión realmente transformadora, es necesario un enfoque que ponga en el centro la dignidad humana y abogue por políticas públicas que garanticen el derecho a la alimentación. Algunas de las acciones que implementamos para seguir dando pasos en esta dirección son:
- Promover la educación y la concienciación: Combatir los estigmas asociados a la pobreza alimentaria mediante campañas que destaquen las causas estructurales de la desigualdad.
- Fomentar la participación de los usuarios: Involucrar a quienes reciben apoyo en la toma de decisiones y en el diseño de programas, asegurándose de que sus voces sean escuchadas.
- Abogar por políticas públicas inclusivas: Trabajar para fortalecer las redes de seguridad social y garantizar acceso universal a alimentos nutritivos.
- Construir alianzas más equitativas: Establecer colaboraciones con empresas que vayan más allá de la donación de excedentes, promoviendo prácticas de producción y distribución responsables.
En Alimento Para Todos, creemos que la compasión es una fuerza poderosa que puede transformar vidas y sociedades. Pero para que esto sea posible, es necesario ir más allá del alivio temporal y abordar las raíces de la desigualdad alimentaria. Solo así podremos construir un futuro donde nadie pase hambre.
Foucault, M. (1965). Madness and civilization: A history of insanity in the age of reason. Routledge.
Peterie, M. (2017). Docility and desert: Government discourses of compassion in Australia’s asy- lum seeker debate. Sociology, 53(2), 351–366.
Simpson, A., & Berti, M. (2019). Transcending organizational compassion paradoxes by enacting wise compassion courageously. Journal of Management Inquiry, 29(4), 433–449.
Sznaider, N. (1998). The sociology of compassion: A study in the sociology of morals. Journal for Cultural Research, 2(1), 117–139.