Viviendo con inseguridad alimentaria: una crisis compartida

Editorial

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By Redacción

En nuestro país millones de personas se encuentran desesperadas por comida. De acuerdo con el informe sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo (FAO, 2023), alrededor de 35 millones de mexicanos padecían inseguridad alimentaria de moderada a grave hasta el 2022. Esta cifra ha experimentado un alarmante aumento de más del 13% en los últimos seis años (desde 2016), reflejando una crisis que se agrava con el paso del tiempo y la falta de políticas eficaces para combatirla.

El mismo documento muestra que el 27.2% de la población mexicana tenía una alimentación deficiente, lo que significa que más de una cuarta parte de los mexicanos no cuenta con acceso a una dieta nutritiva y suficiente. Entre los grupos más afectados se encuentran rostros conocidos; comunidades marginadas como los migrantes, personas con discapacidades y otras minorías, quienes no solo enfrentan la falta de alimentos, sino también la discriminación y barreras sistémicas que limitan su acceso a empleos, servicios de salud y educación.

Las Redes de Seguridad Alimentaria: Una Solución en Crisis

Mientras que atestiguamos un aumento abrumador en las solicitudes de ayuda alimentaria, las redes de apoyo que buscan cubrir estas necesidades muestran signos de debilidad. Al interior de Alimento Para Todos, es evidente que las donaciones de alimentos son cada vez más variables y difíciles de pronosticar. Al mismo tiempo, cientos de productores en el país se ven obligados a dejar perder toneladas de alimentos debido a la disminución en la demanda de restaurantes y otros comercios. Esta paradoja —una población con hambre y alimentos que se desperdician— revela la falta de una infraestructura adecuada para gestionar el almacenamiento y distribución de los alimentos.

La disparidad en el acceso a los alimentos no es algo nuevo para nosotros, sin embargo no deja de ser alarmante. En este contexto resulta desafortunado reconocer que, a nivel federal, la respuesta aún es insuficiente para enfrentar una crisis de esta magnitud. De hecho, el país se enfrenta a un reto que requiere mucho más que paliativos; una transformación estructural del sistema alimentario que considere la producción, distribución y acceso a los alimentos como partes de un mismo engranaje resulta más necesaria que nunca

Las organizaciones asistenciales, como los bancos de alimentos, cumplen un papel vital en mitigar la inseguridad alimentaria. Pese a la clara eficacia de estas organizaciones en el mejoramiento de los niveles de seguridad alimentaria entre sus beneficiarios, y de la necesidad de contar con seguridad alimentaria para sobrevivir, existe aún escasa consciencia de estas iniciativas y esto limita su impacto a lo largo del país.

Un Futuro sin Hambre

Como ya se ha mencionado, para erradicar la inseguridad alimentaria en México es necesario replantear todo el sistema de producción y distribución de alimentos. En este sentido, los bancos de alimentos pueden ser un catalizador para lograr esta transformación. Con su capacidad logística y su modelo de operación, son capaces de fungir como un valioso complemento a las políticas públicas, ayudando a canalizar alimentos hacia aquellos que más lo necesitan sin ejercer mayor presión sobre las cadenas productivas.

Es imperativo, sin embargo, que este esfuerzo sea coordinado con todos los sectores, creemos que todos tenemos un rol en la construcción de un sistema alimentario que asegure que ningún mexicano pase hambre.

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